Quien empieza a correr, sabe que cuando lleva un par de semanas ya no puede parar. El día que no sales a correr te falta algo, notas que lo necesitas. Correr te hace sentir bien, muy bien, por eso correr engancha y la culpa la tienen las endorfinas.
Las endorfinas son unas moléculas que ejercen de neurotransmisores. Su efecto es similar a los opiáceos, lográndose un estado de bienestar y de analgesia. Digamos que las endorfinas son las moléculas de la felicidad, por eso nos gusta tanto su efecto. Correr y hacer deporte libera estas endorfinas en el organismo, por eso nos sentimos tan bien cuando acabamos de entrenar.
Si eres un corredor novato, puede que al acabar no notes tales efectos, sino todo lo contrario: dolor, estrés y malestar. Todo es cuestión de paciencia, tu cuerpo va a tardar en adaptarse a ese esfuerzo y empezar a generar endorfinas. Sé constante y sal a correr tes o cuatro días en semana, seguro que en un par de semanas ya notas esa sensación de bienestar al acabar.
Los estudios han demostrado como al acabar de correr los niveles de endorfinas son mayores en nuestro cerebro que al empezar. Y parece que la intensidad del ejercicio (dentro de unos límites razonables), también influyen. Por eso vale la pena aumentar la intensidad en los últimos minutos para lograr esa buena sensación al acabar.
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