Durante los últimos años se ha culpado a la ingesta de carbohidratos del aumento de la masa grasa de muchas personas, pero ya se culpó anteriormente a la ingesta de grasas del mismo problema.
Dado que existen argumentos a favor y en contra de ambas dietas, vamos a explicarte cuál puede ser la mejor.
Lo que sabemos hasta ahora sobre ambos tipos de dietas
Hace relativamente poco tiempo se llevó a cabo un estudio con más de 600 participantes, en el que se tuvieron en cuenta las diferencias en la sensibilidad a la insulina y las variaciones genéticas que hacían responder mejor a una dieta baja en grasas o baja en hidratos.
Pasado un año, el grupo que siguió una dieta baja en grasa perdió una media de 5,3 kilos de peso, mientras que el grupo que siguió una dieta baja en hidratos perdió en torno a los 6 kilos.
Aunque la pérdida de peso es mayor en el segundo caso, esta pérdida de peso no fue significativa, por lo que no podemos decir que estas dietas bajas en hidratos provoquen una mayor pérdida de peso necesariamente.
Con respecto al perfil lipídico, el colesterol LDL se redujo en quienes siguieron una dieta baja en grasas, mientras que aumentó en quienes siguieron una dieta baja en hidratos, además de que en este segundo grupo aumentó también el colesterol HDL y descendieron los niveles de triglicéridos.
Parece que a nivel de composición corporal y a nivel de marcadores de salud ambas dietas generan efectos similares, pero siempre tenemos que tener en cuenta las preferencias de cada persona hacia un tipo de dieta u otra, ya que estas delimitarán el factor más importante; la adherencia.
Lo que ocurre en el caso de los deportistas con estas dietas
En cualquier caso, en el ámbito deportivo suele ser más efectivo recurrir a dietas bajas en grasa, ya que al ingerir una mayor cantidad de carbohidratos podemos sintetizar más glucógeno, que es un combustible muscular muy importante.
Además, este glucógeno favorece la retención de la masa muscular en etapas de pérdida de grasa, por lo que podemos reducir las posibles pérdidas.
Finalmente, los carbohidratos tienen un mayor impacto sobre la leptina y las hormonas tiroideas, lo cual puede impactar positivamente sobre el hambre y el metabolismo.
Por todo ello, aunque ambas dietas pueden funcionar bien dependiendo de las preferencias de cada persona, puede ser mejor que quienes entrenan de manera frecuente sigan dietas cuyo contenido de carbohidratos no esté tan limitado.
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