Cuando uno está decidido a cambiar los hábitos dietéticos, o el famoso: "me pongo a dieta", puede no saber las dificultades que comporta. Cambiar la dieta no significa seguir a rajatabla una sucesión de comidas que nos den en un papel, es mucho más: comprar, cocinar, cambiar alimentos, sabores, lidiar con la familia y amigos...
No es que sea una tarea imposible, pero siempre hay que prever estas pequeñas dificulatades y saber cómo solventarlas de la mejor forma posible. Si estás pensando en cambiar tus hábitos dietéticos para mejorar tu salud, echa un ojo a los siguientes obstáculos que aparecerán en tu camino:
Cambios en los hábitos del supermercado
Como hemos comentado en alguna ocasión, la dieta comienza en el supermercado. Hay que saber elegir muy bien qué alimentos comprar. Mi consejo es que apuestes por los alimentos frescos y evites los procesados, cuantos menos procesados, mejor.
Si te acostumbras a ir con una lista de la compra, evitarás comprar a ciegas, moviéndote por caprichos culinarios. Si, como hemos dicho, lo mejor es comprar alimentos frescos, evita esos pasillos del supermercados con alimentos muy procesados o ricos en azúcares.
La compra debe basarse en frutas, verduras y hortalizas, pescado y carne frescos, huevos y legumbres. Para saber cuáles comprar, antes debemos haber planificado la dieta semanal.
Probar nuevos sabores
Solemos tener una dieta muy restrictiva en alimentos, lo que conlleva a romper con uno de los pilares fundamentales de la dieta: la variedad. Un cambio de hábitos puede llevarnos a probar alimentos que ni sabíamos que existían, pero que son muy apropiados, por lo que debemos ir concienciando a nuestro paladar para no rechazar todo aquellos que nunca hemos probado.
Probar por ejemplo alimentos saludables como el brocoli puede de entrada echarnos para atrás, pero no es un sabor desagradable y sabiendo prepararlo, es un alimento ideal.
Estamos muy acostumbrados a alimentos ricos en azúcares y grasas, por lo que sabores algo más light como tienen las frutas y verduras pueden resultar "raros". Todo es cuestión de enseñar a nuestro paladar y dejar a un lado esos "pelotados de sabor" que suponen los azúcares, grasas y sal.
Aprender a cocinar o hacerlo de forma diferente
No saber cocinar es una limitación a la hora de cuidar nuestra alimentación. Si solo sabemos meter alimentos en el microondas, horno o freir, estaremos muy limitados a la hora de incorporar nuevos alimentos y platos a nuestra dieta.
No es mala idea hacer un curso básico de cocina para que al menos nos enseñen las técnicas culinarias básicas. Aprender a cocinar abre un nuevo mundo a tu dieta, al ser más capaces de incorporar nuevos alimentos y platos en el día a día.
El entorno familiar y los amigos influyen, y mucho
Una dieta o cambio de hábitos es mucho más llevadero si se hace en familia o con los amigos. Al tener un objetivos común, la motivación es mayor. Simplemente el hacer la compra es muy diferente si todos en casa queremos comer mejor o si solo lo quiere hacer uno.
Si todos en familia queremos mejorar hábitos, tenderemos a reducir el ambiente obesogénico. Sucede lo mismo con los amigos si salimos a comer fuera, ya que si todos tenemos un objetivo común, se tenderá a elegir mejor el lugar para comer y los platos.
En definitiva, cambiar o modificar hábitos alimenticios o ponerse a dieta no es tarea fácil, pero solventando estas dificultades, lo tendremos mucho más fácil para conseguir nuestro objetivo.
Imágenes | Eugenia Loli, francois schnell, Moyan Brenn
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