El motor de una máquina de aire acondicionado, un grifo del baño comienza a gotear, percibes una vibración no intensa pero constante que no sabes de donde procede o la persona con la que compartes la habitación ronca. Puede que todos hayamos padecido un ruido que no nos ha dejado dormir más de una vez. Un día te acuestas cansado, deseando desconectar y relajarte, y comienzas a escuchar a tus vecinos hablar…continúan y continúan, el ruido de unos tacones, risas… hasta descubrir que tienen una reunión nocturna.
Ruidos, conversaciones, música, vibraciones, sonidos inesperados que
te sorprenden, se incorporarán a tu silencio y no te dejan dormir. Puede que algunos hayan estado presentes todo el día, pero el silencio de la noche hace que los ruidos que no se llegan a percibir durante la jornada debido al ruido ambiental o contaminación acústica, alcancen una gran intensidad a partir de ciertas horas. Es el caso de pequeños motores, turbinas, electrodomésticos, vibraciones o goteos. Sonidos que pueden llegar a convertirse en el centro de nuestra atención y no nos permiten descansar.
Existen diferentes grado de sensibilidad frente al ruido, algunas personas, acontezca lo que acontezca duermen sin problema, y otras que necesitan silencio absoluto para hacerlo. Estas últimas suelen tener una percepción muy sensible, captando el más mínimo sonido, y pudiendo llegar a obsesionarse con ello. Lo que es indiscutible, es que con independencia del grado de sensibilidad que tengamos, lo ideal es dormir en un entorno agradable sin nada que lo altere.
A veces no es fácil hallar la causa de un ruido, pudiendo percibir sus efecto pero no la procedencia, como cuando se trata de problemas de infraestructura de edificios o mala insonorización. Una buena solución es preguntar a la gente cercana al lugar, puesto que ellos nos pueden dar la pista para situar la clave del problema. Otros ruidos pueden ser llevados a cabo por vecinos y pueden verse acrecentados por la mala calidad de la estructura del edificio.
Algunos datos
Después de Japón, España es el segundo país más ruidoso del mundo. Las legislaciones europeas establecen que 65 decibelios diurnos y 55 decibelios durante la noche son los límites aceptables para el ruido. Pero no solo una medida objetiva es la que indica el daño que puede producir un ruido, sino también otros factores relacionados con la situación y el contexto particular de cada circunstancia e individuo.
El ruido molesta, desequilibra, desasosiega, y es perjudicial para la salud, provoca sensación de malestar, de disgusto, incomodidad, impotencia, sentirse insatisfechos, irritados, indefensos e incluso ansiosos y agresivos. Es un agente estresante que dificulta conciliar el sueño y produce pérdida en la calidad de éste, además de interrumpirlo.
Los sonidos inesperados, bruscos e irregulares se convierten generalmente en algo indeseable, pero suelen ser accidentales y transitorios. Más molestos pueden llegar a ser, los ruidos de baja frecuencia como los de turbinas, pequeños motores, electrodomésticos, aires acondicionados…, que afecta de diferentes maneras y suelen aparecer con la intención de quedarse.
Soluciones
La solución más inminente es utilizar tapones para los oídos. Existen gran variedad: cera, plástico, gomaespuma… estos últimos son los más recomendables por su adaptabilidad y suavidad. Pero se trata de un recurso transitorio; ya que su utilización puede evitar estar receptivos a cualquier cuestión que requiera nuestra atención (como una emergencia). Además no hay que olvidar que existen pequeñas vibraciones que no se puede evitar ni con tapones, ya que se transmiten de la estructura del edificio a nuestro organismo.
Lo más racional es averiguar su procedencia y pedir con educación el cese del mismo, bien al vecino si es el caso, o a la persona que lo promueva. Intentado buscar solución llegando a un acuerdo. A veces se trata de un motivo sin importancia que a la persona que lo originó no le molesta subsanar, pero otras requiere trasladar máquinas o instalaciones, dando lugar a poner en juego la buena voluntad de los individuos. Lo normal es encontrar personas que entiendan nuestra situación. En todos los casos, además de la actitud, también influye la propia estructura del edificio, pues cuanta mejor aisladas estén las paredes, menos molestarán estos ruidos.
Cuando se trata de ruidos por instrumentos, música o comportamientos, lo mejor es llegar a un acuerdo en cuanto a horarios. Cuando se trata de obras existe un horario permitido, de 10 a 14 horas y de 16 a 20 horas de lunes a viernes. Los sábados entre las 10 y las 14 horas, por lo que estos no deben nunca manifestarse durante la noche.
Si la situación persiste se debe hablar con el presidente de la comunidad de vecinos porque muchas veces cuando existen este tipo de problemas, otros están pasando por lo mismo y el apoyo de unos a otros ayuda a poner mejor y más rápida solución al problema.
Si pese a todo, el inconveniente continúa, será momento de llamar a la policía e interponer una denuncia. En este caso el ayuntamiento mandará a una tercera persona para que mida los decibelios para saber sí estos superan los máximos permitidos.
Pero antes de llegar a esta solución se debe analizar la situación con objetividad, teniendo en cuenta que vivir en una comunidad de vecinos conlleva una serie de ruidos inevitables. Buscar una solución para los realmente molestos puede ser más o menos complicado, según el tipo de problema que tengáis.
Imágenes | swinney92, Nina Matthews Photography
Más información | http://www.duermemejor.com/
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