Las ciudades que no duermen nos enferman: esto es lo que hace la luz artificial nocturna a tu salud

Los ciclos de día y noche son necesarios para que nuestro cuerpo se adelante a procesos como el sueño o la digestión

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¿Es de día o es de noche? En muchos lugares del planeta Tierra hay tanta luz que no se sabe bien si es de día o de noche hasta que se mira al cielo y se comprueba si es azul o negro. Cada año La Tierra brilla más y más y eso puede suponer un gran problema para el ser humano al desregular los mecanismos que le dicen a nuestro organismo si es de día o es de noche. Al modificar ese reloj interno que sigue nuestro cuerpo según las horas de día y de noche pueden surgir enfermedades de todo tipo.

Somos homínidos primitivos por encima de nuestros genes

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El ser humano es fruto de miles de años de evolución y adaptación en los que se han ido sucediendo diferentes acontecimientos que han cambiado radicalmente nuestro comportamiento. Algunos de los muchos sucesos que han modificado al completo nuestra cultura fueron la acuñación de la moneda o el control del fuego.

El fuego sirvió para poder cocinar alimentos y también para alumbrar zonas que hasta entonces solamente eran visibles de día, pero no cuando caía la noche. Ese momento de domesticación del fuego data de los homínidos primitivos en diferentes fechas según la fuente, pero sobrepasa con creces el medio millón de años, que no es poco.

Desde entonces, comenzamos a ser una especie de dioses que podían "controlar la luz" cuando el sol desaparecía. A día de hoy todo es muy diferente pudiendo encender las luces con comandos de voz o darle más o menos brillo girando una rueda en el interruptor o en la pantalla de nuestro móvil.

La luz artificial como la conocemos a día de hoy data del cuarto final del siglo XIX. En 1879 Thomas Edison consiguió iluminar una bombilla incandescente con energía, y desde entonces pasamos de ser dueños del fuego a ser dueños de la luz (artificial). ¿Por qué este repaso histórico?

Y se hizo la luz (y la enfermedad)

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Si ponemos en una línea temporal el tiempo que hemos vivido sin luz artificial y lo que llevamos con ella nos daremos cuenta que es apenas un segundo en 24 horas. Eso hace que nuestros genes, nuestras conexiones que unen el ojo con el cerebro y todo nuestro organismo no esté preparado para no distinguir entre el día y la noche.

La luz artificial nocturna es más nociva de lo que pensamos, pero todos miramos la televisión, navegamos por redes sociales con el móvil o tenemos luz artificial en la habitación hasta el último momento en el que cerramos los ojos para dormir. Esa es la razón principal por la que muchas noches damos vueltas en la cama sin conseguir conciliar el sueño.

La luz artificial tiene efectos negativos sobre la salud cardiovascular, eleva el nivel de cortisol (hormona del estrés), aumenta la hipertensión arterial, se asocia con la inflamación sistémica y el estrés oxidativo (más enfermedades y envejecimiento) y afecta a la salud mental.

Más allá del efecto que tiene el móvil por la noche antes de dormir, que ya explicamos con detalle en este artículo, el problema se extiende a la luz artificial general con datos tan sorprendentes como que la Tierra ha ido aumentando su brillo en un 2% cada año en las últimas décadas.

Hemos desajustado los relojes solares

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En la actualidad, se estima que el 83% de la población mundial vive en áreas de contaminación lumínica, ya sea por carteles luminosos, farolas, luces que alumbran edificios, tráficos nocturno, etc. Estos contaminantes lumínicos hacen que superemos los 10 lux de luz que se establecen como límite por la noche.

Al igual que hay un número de decibelios que nos impiden dormir por el ruido, también existen esos 10 lux que dificultan conciliar el sueño. Lo has podido comprobar tú mismo si has querido dormir en un avión, tren o en medio del campo durante el día sin antifaz o nada que te elimine esa luz.

Si has tenido la suerte de estar en miradores astronómicos situados en lugares con mínima contaminación lumínica, o simplemente has pasado una noche lejos de la ciudad y la luz, habrás notado cómo se ve el cielo estrellado y que nada tiene que ver con el cielo del centro de tu ciudad.

Al igual que nuestros antepasados tenían que recurrir a relojes solares para saber la hora, puede que nos estemos adentrando hacia un futuro en el que tendremos que mirar el reloj para saber si es de día o de noche. En cualquier caso, cerrar las ventanas en casa o utilizar antifaces si estamos fuera puede solucionar esa contaminación lumínica, pero seguiremos teniendo dentro de casa un gran número de bombillas y pantallas.

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