Es uno de los principios del entrenamiento: la variabilidad. Hay que dar estímulos diferentes a tu cuerpo para que siga adaptándose y no se estanque. Debemos romper la rutina cuando salimos a correr. Está muy bien eso de tener un ritual y hacer siempre el mismo recorrido, al mismo ritmo y con las mismas sensaciones, pero en poco tiempo nos adaptaremos y nuestro rendimiento no progresará.
Una de las principales formas de romper la rutina al correr es elegir diferentes recorridos para el entrenamiento. Es buena idea tener siempre cuatro o cinco recorridos de referencia: uno llano para rodar, otro con subidas y bajadas cortas, subidas más largas e incómodas y nunca viene mal un recorrido todoterreno por carril. Los recorridos en circuito también te pueden ser de utilidad para el día que tocan series o cambios de ritmo, ya que tendrás más referencias de la distancia.
El tipo de entrenamiento también es importante variarlo. Deberemos alternar los rodajes largos más típicos de este deporte (salir 30-60 minutos a correr), con días en los que después de trotar un poco y calentar hagamos series cortas de 200-500 metros a tope, así encenderemos la chispa que avivará nuestro ritmo de carrera. Las series largas tampoco deben faltar: 1000 o 2000 metros a ritmo alto con descansos de uno o dos minutos entre ellas. Y uno de mis favoritos, el entrenamiento de cambios de ritmo o fartlek, estupendo para sorprender al corazón.
Variar la forma de hacer el calentamiento puede suponer un estímulo diferente que active nuestro cuerpo al inicio del entrenamiento. Cambia los estiramientos dinámicos, que seguro que siempre se haces los mismos, e introduce ejercicios de técnica de carrera y progresiones.
Aunque no parezca importante, salir a correr con gente diferente también supone romper la rutina. Si algún día vas con gente que tenga buen rodaje, notarás como las piernas te piden correr más. Al igual, salir de vez en cuando con corredores que rueden más lento, te puede ayudar a trabajar la base aeróbica y disfrutar de un entreno más relajado.
Una de las cosas que más funciona en la variabilidad del entrenamiento es el entrenamiento cruzado, es decir, practicar otros deportes similares en componente metabólico. Aquí lo tenemos fácil, cualquier deporte aeróbico nos puede servir: bici, nadar, trekking e incluso algún deporte intermitente como fútbol o squash para trabajar a alta intensidad cambios de ritmo. El hacer otros deportes evita la monotonía y supone el trabajo muscular en diferentes planos.
¿Sales a correr todos los días a la misma hora? Prueba a cambiar de hora, verás como tu cuerpo lo nota. No es igual correr por la mañana que al anochecer: influye lo activados que estemos, las comidas que hayamos hecho, el cansancio y el estrés que hayamos tenido en el día hasta la hora de entrenar.
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