La alerta sanitaria por COVID-19 nos ha pillado a todos por sorpresa. El confinamiento no solo nos afecta a nivel laboral o económico puesto que el sedentarismo relativo al que hemos sido forzados puede ir más allá y afectar nuestra salud a través de diversas vías como la falta de exposición solar o una peor gestión de sustratos energéticos fruto de la falta de ejercicio vigoroso al que muchos estamos habituados.
En este artículo hablaremos precisamente de esto, de como el entrenamiento es sumamente importante para mantener una buena sensibilidad a la insulina y gozar de una buena gestión de sustratos energéticos por parte de nuestro cuerpo.
¿Qué es la insulina?
La insulina es una hormona secretada por las células beta de los islotes de Langerhans de nuestro páncreas. Es considerada una hormona anabólica puesto que juega un papel crucial a la hora de permitir que las células dispongan del aporte de glucosa necesario para permitir la obtención de energía vía ATP a través de procesos como la glucólisis.
Cuando los niveles de glucosa en sangre son altos, es decir, cuando la glucemia es elevada, favorece la incorporación de esta hacia las células.
De esta manera la insulina es una hormona promotora de diversos fenómenos metabólicos que incluyen el almacenamiento de glucógeno en células musculares (glucogenogénesis), la retención de sodio por parte de los riñones o el transporte de glucosa de la sangre hacia el tejido muscular y adiposo.
¿Qué significa tener una buena sensibilidad a la insulina?
La sensibilidad a la insulina se describiría como la eficacia con la que nuestro cuerpo usa la glucosa. Esto está relacionado con la cantidad de insulina que nuestro cuerpo necesita liberar para gestionar una cantidad concreta de glucosa.
Se considera que eres más sensible a la insulina si solo necesitas secretar una pequeña cantidad de insulina, la justa, para transportar esta cantidad concreta de glucosa a las células.
¿Cómo logra el entrenamiento mejorar nuestra sensibilidad a la insulina?
Cuando entrenamos se incrementa la expresión de unas proteínas transportadoras de glucosa, en concreto GLUT4 (glucose transporter type 4). Esto se produce inducido por la contracción muscular al someterse a una sobrecarga mecánica o resistencia externa.
Estos transportadores GLUT4 favorecen el movimiento de glucosa desde la sangre a los tejidos diana pertinentes, que pueden ser los adipocitos, el miocardio o en este caso, el músculo esquelético. Esta mayor captación de glucosa por parte del músculo pretende incrementar el almacenamiento de glucógeno en este.
Esta mayor recaptación de glucosa por parte del músculo no solo está favorecida por GLUT4 sino también por un mayor flujo sanguíneo en la zona que puede extenderse hasta los 45 minutos después de entrenar, dependiendo de la carga de trabajo. Este mayor flujo propiciaría un mejor acceso de la insulina a estas zonas y por lo tanto un mejor transporte de glucosa.
Qué decir tiene que estos efectos son positivos tanto en personas sanas como en personas con diabetes mellitus tipo II, es decir, aquellos diabéticos con resistencia a la insulina. Además, es sumamente importante señalar que los beneficios del entrenamiento sobre la sensibilidad a la insulina son mayores en personas entrenadas por lo que es importante mantener una actividad física regular para que la sensibilidad a esta hormona no decaiga. De hecho, se sabe que esta mayor sensibilidad se pierde con solo unos días de desentrenamiento.
Recuerda que mientras dure la alerta sanitaria es importante mantener desde casa una buena regularidad en lo que a práctica de ejercicio físico se refiere.
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