A principios de este mes, el Gobierno de España lanzaba la campaña #coNprueba, definida como una acción "por la información y educación en contra de las estafas, bulos y engaños de las pseudociencias".
Entre las medidas contra las pseudoterapias y pseudociencias, el Gobierno ha lanzado un primer informe de acercamiento al estado actual de las prácticas no reconocidas por la evidencia científica. La acupuntura se encuentra entre las 66 terapias en evaluación, una lista en la que se incluyen otras como la abrazoterapia, la caballoterapia o la magnetoterapia.
¿Qué es y cómo funciona la acupuntura?
La acupuntura se considera una forma de medicina alternativa basada en la medicina tradicional china. Grosso modo se usan agujas que se insertan en la piel y llegan hasta la dermis, la capa inmediatamente debajo. La técnica varía según el país y la zona, aunque todas coinciden en algunos aspectos básicos como el uso de las agujas.
Esta práctica se emplea para varias dolencias, malestares y otras cuestiones como la pérdida de peso. La acupuntura apareció, seguramente, allá por el 100 a. C., en China, aunque podría ser anterior. A partir de las primeras prácticas se desarrollaron todo tipo de creencias y métodos de aplicación que explican la diversidad de empleo.
Las explicaciones tras el funcionamiento de la acupuntura son muchas: meridianos energéticos, puntos de presión, balance de energías, cargas espirituales, equilibrio entre el ying y el yang. Las más modernas tratan de explicar que el efecto causado por las agujas tiene su origen en el sistema nervioso, el cual, dicen, es estimulado.
También hay quien explica que las agujas estimulan en sistema inmunitario, produciendo una reducción de la inflamación y, por tanto, del dolor. En definitiva, existen cientos de explicaciones que tratan de ajustar los supuestos beneficios de la acupuntura. Pero, entonces, ¿por qué el Gobierno se ha planteado incluirlo entre las pseudoterapias?
Así es una sesión de acupuntura
Normalmente, la sesión de acupuntura comienza con la "evaluación" del historial del paciente. El acupuntor realiza unas comprobaciones para medir la afección y su intensidad antes de optar por el tratamiento.
Una vez determinado el problema, decide el remedio, para lo que se procede a la sesión de acupuntura propiamente dicha. Para ella se descubre la parte corporal indicada por el acupuntor, que toma agujas de acero, o algún metal precioso, asépticas desechables.
Estas se introducen entre uno y tres centímetros, llegando a la dermis, la capa inmediatamente inferior a la epidermis. Estas no tienen por qué causar dolor, sino que suelen producir un leve entumecimiento. En algunos casos, las agujas se manipulan, se hacen vibrar, se someten a calor o a pequeñas descargas eléctricas.
Tras la sesión, el acupuntor retira las agujas y las tira a la basura. Deja al paciente que se mueva con tranquilidad y le indica si necesita más sesiones u otro tipo de tratamientos.
Del efecto placebo a la falta de evidencia
Actualmente existen algunos estudios que muestran efectos positivos en el uso de acupuntura para tratar el dolor. Sin embargo, no existe un consenso al respecto. Todas las revisiones realizadas hasta el momento indican que hacen falta más investigaciones al respecto.
Algunos investigadores creen que esta reducción del dolor es equiparable y explicable por el efecto placebo. Esto tendría aún más sentido si tenemos en cuenta el efecto placebo activo, que simula algunos efectos secundarios de un tratamiento (en este caso la punción).
Si nos vamos más allá del dolor, los resultados son más claros: no existen evidencias que demuestren que la acupuntura sirve para el tratamiento de enfermedades como la artritis, la depresión, la epilepsia, la isquemia, la hipertensión...
Aún así, las "intervenciones" con acupuntura son muchas. En general, el panorama indica que el efecto que tiene esta práctica es leve, cuando lo tiene. En la mayoría de los casos es ninguno, según las revisiones. Y cuando existe, hay una enorme mayoría de estudios que requieren de más investigación, metodología puesta en tela de juicio o efectos explicados, también, por el placebo.
Y por eso está en la lista de evaluación del Gobierno
El pasado febero de 2018, el CIS informaba que más de dos millones de españoles habían probado la acupuntura durante el último año. A pesar de su popularidad, ya hemos visto que el panorama no avala el uso de la acupuntura para prácticamente nada.
En el informe a raíz de la campaña #coNprueba, el Gobierno de España ha tratado de evaluar 139 pseudoterapias incluidas en los tratamientos conocidos como "terapias alternativas". De ellos, 73 son, indudablemente, pseudoterapias sin aval ni sentido científico alguno.
La acupuntura, al igual que otras similares, está en la lista de las otras 66 en evaluación. Eso quiere decir que también se incluye dentro de las pseudoterapias, pero su estatus es todavía "en estudio". Esto se debe, precisamente, a esos resultados no concluyentes. Sin embargo, eso no quiere decir, en ningún caso, que no esté dentro de la lista de pseudoterapias.
Por el momento, no tenemos muchas evidencias que justifiquen su uso. ¿Puede que aparezcan con el tiempo? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que hasta la fecha su utilización es limitada y, además, no mejor que otros tratamientos similares para las mismas dolencias.
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