Con el objetivo de sortear las diferencias que tiene nuestra alimentación actual respecto a la de nuestros antepasados y así mejorar nuestra salud, la alimentación intuitiva se propone como un gran recurso que puede también ser de ayuda para controlar el exceso. Como nutricionista doy mi opinión sobre esta propuesta alimenticia y su impacto sobre la salud.
Qué es la alimentación intuitiva
La alimentación intuitiva, como su nombre lo indica, pretende acercarnos a nuestros instintos más básicos como ser humano y entre otras cosas, propone que aprendamos a escuchar a nuestro cuerpo y sus verdaderas necesidades.
En este sentido, señala que es fundamental comer sólo cuando tenemos hambre, dejando a un lado los horarios y las costumbres acerca de los momentos en los que se debe comer, para limitarnos únicamente a la ingesta cuando realmente experimentemos hambre o la necesidad fisiológica de ingresar energía al cuerpo.
Por supuesto, también incentiva el no consumo mientras estamos saciados, o cuando ya hemos comido lo suficiente como para detener una ingesta.
Asimismo, propone distinguir hambre de apetito y dejar a un lado las reglas alimenticias que nos dicen qué debemos comer y cuánto podemos comer de cada cosa, escuchando en última instancia a nuestro organismo.
Mi mirada, como nutricionista, de la alimentación intuitiva
Sin duda, la alimentación intuitiva o la alimentación más instintiva es fundamental para la supervivencia humana y sería ideal que podamos llevarla a cabo en la actualidad tal como nuestros antepasados que no disponían de comida todo el tiempo o como lo logra un bebé en sus primeros meses de vida.
Comer únicamente cuando tenemos hambre de aquello que nuestro cuerpo necesita, como lo logra un bebé lactante con la leche materna, sería lo más apropiado para prevenir cualquier tipo de desorden alimenticio y también, para alejarnos de la obesidad.
No obstante, los seres humanos adultos tenemos una conducta alimentaria alterada y hemos perdido la capacidad más básica e instintiva de comer únicamente cuando tenemos hambre.
Por ello, escuchar a nuestro cuerpo puede ser una tarea verdaderamente compleja cuando estamos rodeados de estímulos alimenticios, de información respecto a nuestra dieta habitual y fuertemente influenciados por una cultura y costumbres que determinan horarios y tipos de comidas para diferentes momentos del día.
Escuchar a nuestro cuerpo puede ser una tarea verdaderamente compleja.
Es decir, como nutricionista doy fe de que si pudiéramos, la alimentación intuitiva sería lo más apropiado para cuidar la salud y ajustar el ingreso de energía a nuestras necesidades, alejándonos por supuesto del exceso de peso o de la desnutrición.
No obstante, en el contexto actual una alimentación intuitiva puede promover el desorden en lo que a nuestra alimentación respecta; ya que el sólo hecho de pretender escuchar a nuestro organismo sin verdaderamente poder diferenciar hambre de apetito o hambre de saciedad, en muchos casos puede incentivar el paso por alto de comidas enteras y las ingestas desmedidas y compensatorias después.
Es decir, como adultos ya estamos fuertemente influenciados por estímulos externos, por reglas, por información, por costumbres y demás; por lo que llevar una alimentación intuitiva puede ser verdaderamente complejo e incluso, perjudicial cuando buscamos controlar el peso corporal y mejorar la calidad de nuestra dieta.
Alimentación intuitiva, pero con matices
Como nutricionista especializada en obesidad, lo que propongo es aplicar todo lo bueno de la alimentación intuitiva para verdaderamente intentar acercarnos a una dieta que responda a nuestras necesidades pero sin dejar de lado las influencias de la cultura, las costumbres y también, la sociedad y la industria.
Esto es, que podemos aprender a descifrar las señales del hambre y las señales de saciedad, pero también escuchar a nuestro cuerpo para responder por ejemplo, a los deseos de comer algo dulce en determinadas circunstancias.
Pero al mismo tiempo, también es posible que ya no tengamos hambre y que en medio de una reunión familiar o de una salida con amigos, tengamos deseos de comer un postre poco sano pero muy placentero; y entonces nos amiguemos con esa función social de la comida, la influencia cultural y la respuesta emocional que podemos tener ante lo que comemos.
Por supuesto, la alimentación intuitiva sería lo ideal pero ajustarlo al contexto actual es (a mi criterio) lo más apropiado si queremos verdaderamente mejorar nuestra dieta y la relación con los alimentos sin promover la desorganización, y sin obviar todos los estímulos que nos rodean.
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Imagen | Foto de portada: Thirdman, foto 1: Jep Gambardella.