El frenesí debido al coronavirus está devolviéndole ímpetu a la palabra "gripe". No es de extrañar. Nos encontramos en plenos picos estacionales de esta enfermedad. ¿Qué ocurre si la padecemos? ¿Qué podemos hacer?
Qué causa la gripe y cuáles son sus síntomas
La gripe, a diferencia del resfriado, tiene un periodo de incubación menor, más rápido, de 18 a 36 horas. También tiene unos síntomas más fuertes y molestos, aunque se pasan entre tres y cinco días. Por otro lado, en caso de pertenecer a un grupo de riesgo, su peligro se incrementa exponencialmente. En concreto la gripe se produce por unos tipos de virus conocidos como influenzavirus, que no son los mismos que los coronavirus o rinovirus típicos de los resfriados.
Todos estos virus, también el de la gripe, se transmiten por las secreciones corporales, lo que incluye las gotículas de saliva que expulsamos con el aliento y los estornudos. Los virus no se transmiten por el aire, propiamente dicho, sino que el tocar superficies puede infectar a la persona. La humedad de la piel ayuda a que se mantengan activos y, entonces, al tocar una mucosa (el ojo, la boca...) infectan.
La gripe cursa con síntomas muy, muy parecidos al resfriado, pero más intensos, que pueden llegar a ser graves: dolores de cabeza y articulares en general, toses, congestión y fiebre. Los síntomas de la gripe comienzan de manera brusca y duran más tiempo que los del resfriado. En algunos casos, cuando la persona se considera de riesgo, por su estado de salud, la gripe puede tener consecuencias importantes, incluso letales. Para personas mayores e inmunodeprimidas, la gripe estacional suele rondar una tasa letal del 4%, lo que no es despreciable. Para una persona sana, sin embargo, la gripe no supone un problema serio.
¿Qué podemos hacer si padecemos una gripe?
Llegado el caso, no existe ningún tratamiento para eliminar la enfermedad. Solo podemos esperar a que remitan sus síntomas, entre tres y cinco días. Mientras tanto, especialmente en las personas en situación de riesgo, hay que monitorizar y asegurar su estabilidad: la hidratación, la temperatura, el malestar...
Lo que debemos hacer, en caso de sospechar una gripe que levante preocupación, es recurrir al servicio médico donde nos diagnosticarán. Probablemente allí nos darán las siguientes indicaciones, cuyo objetivo es paliar las consecuencias de la enfermedad.
En primer lugar, deberemos descansar. Nuestro sistema inmunitario estará a tope eliminando el virus y sus desaguisados. Nos dolerá todo y nos encontraremos fatal, así que descansar será algo que nos apetecerá. Por otro lado, esto ayuda a acelerar el proceso. En segundo lugar, deberemos beber mucho líquido. En concreto, el agua es la mejor de las opciones, aunque no está de más algún zumo u otra bebida. Esto ayudará a combatir la deshidratación causada por la fiebre.
En tercer lugar, y más importante, deberemos controlar la fiebre. Existe una tendencia general por arropar y calentar ante la fiebre. Esto no es positivo. Hay que llegar a un equilibrio en el que la persona no se sienta incómoda pero tampoco retenga el calor, lo que podría ayudar a elevar la temperatura corporal, y esto es muy peligroso. A partir de los 42ºC nuestras proteínas comienzan a desnaturalizarse y puede resultar fatal.
Por último, sí que podemos tomar medicamentos, pero en ningún caso antibióticos (a no ser que lo haya recomendado el médico ante una infección bacteriana oportunista). Los virus no se "mueren" (pues no están vivos) con antibióticos, así que solo servirá para estresar más nuestro sistema. En vez de eso podemos tomar antinflamatorios, que también resultan antipiréticos (bajan la fiebre) y alivian el malestar, así como antigripales, que pertenecen a este último grupo. Con eso, y paciencia, pasaremos la gripe.
¿Se puede prevenir la gripe?
Hagamos un viaje en el tiempo y supongamos que antes de caer en la enfermedad podríamos haber hecho algo para prevenirla. ¿Podríamos? En realidad, sí. Para las personas en grupos de riesgo, la prevención, según aconseja la OMS, pasa por la vacunación preventiva. Esta consigue añadir una medida más de seguridad. Sin embargo, estos virus tienen una capacidad asombrosa de evolucionar, por lo que las vacunas no son siempre efectivas.
Entre las medidas preventivas más eficaces, sin embargo, está la autoprotección. Puesto que el virus solo se puede transmitir por contacto, seguir de forma estricta los siguientes consejos debería ser suficiente para no contraerlo. Entre dichas medidas de protección frente a enfermedades respiratorias están:
- Realizar una higiene de manos frecuente (lavado con agua y jabón o soluciones alcohólicas), especialmente después de contacto directo con personas enfermas o su entorno.
- Evitar el contacto estrecho con personas que muestren signos de afección respiratoria, como tos o estornudos.
- Mantener una distancia de un metro, aproximadamente, con las personas con síntomas de infección respiratoria aguda.
- Cubrirse la boca y la nariz con pañuelos desechables o con una tela al toser o estornudar y lavarse las manos.
Con esto sería más que suficiente para mantener el virus, y la enfermedad de la gripe, por tanto, a raya.
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