Molestias en la nariz, moqueo, irritación... Ya ha llegado la molesta alergia de primavera. ¿O es un resfriado común? Con estos cambios, cualquiera lo sabe, ¿no? Sin embargo, hay algunas claves que nos permiten diferenciarlos sin duda alguna. Hoy os contamos como distinguir estas afecciones.
El origen del resfriado, la gripe y la alergia primaveral
Cuando hablamos de estas tres enfermedades es fácil recordarlas por los estornudos y la congestión nasal. Sin embargo, más allá de eso, son muy, muy distintas, empezando por su origen:
El resfriado común aparece como consecuencia de la infección por rinovirus (principalmente) o coronavirus, los cuales se transmiten por las secreciones corporales. Esto incluye las gotículas de saliva que expulsamos con el aliento y los estornudos.
La gripe, sin embargo, se la debemos a los influenzavirus. Al igual que los rinovirus, estos se transmiten por los fluidos y gotículas en el aliento.
La alergia primaveral, sin embargo, se produce como reacción ante el polen, normalmente de gramíneas y angiospermas, típico en primavera.
Mientras que las dos primeras se asocian al frío y, sobre todo, a la humedad, que permite la mayor supervivencia de los virus, la tercera se debe exclusivamente a la polinización.
En primavera, las plantas dejan ir su polen, que terminará en las flores (a veces muy discretas) de otras plantas, manteniendo su ciclo reproductivo. Este polen puede ser minúsculo, invisible, pero detectable por nuestro organismo. Al entrar en contacto con nuestras mucosas, en la nariz y los ojos, el proceso de alergia comienza.
Claves para distinguir resfriado, la gripe y la alergia primaveral
La clave principal, en este caso, está en los síntomas de cada una de las afecciones. Como decíamos, aunque tienen en común la congestión y los estornudos, en realidad son muy distintas.
- El resfriado, por ejemplo, cursa con irritación de los ojos, sequedad de garganta, dolor y malestar general, tos y estornudos, además de una secreción nasal que puede ser suave o moderada. En los casos más graves, también causa dolor de cabeza y mareos. Rara vez cursa con fiebre, aunque si la infección empeora o abre paso a otras infecciones, esta puede presentarse.
- La gripe cursa con síntomas muy, muy parecidos al resfriado, pero más intensos, que pueden llegar a ser graves. Los síntomas de la gripe comienzan de manera brusca y duran más tiempo que los del resfriado. En algunos casos, cuando la persona se considera de riesgo, por su estado de salud, la gripe puede tener consecuencias importantes, incluso letales.
- La alergia primaveral, sin embargo, no muestra fiebre, ni malestar general, ni dolores, ni mareos, ni náuseas, ni tos. Sí que muestras irritación ocular, volviendo los ojos llorosos, irritación de las vías respiratorias, secreción nasal, estornudos e irritación de la piel o picazón. En los casos más graves puede darse una hinchazón por shock anafiláctico, momento en el que hay que recurrir de inmediato al médico.
Tratamientos distintos para problemas distintos
Aunque pueden tratarse de manera similar, lo cierto es que cada uno de estos problemas tiene un tratamiento aconsejado distinto debido, precisamente, a su origen. Mientras que el resfriado y la gripe se pasan solos, al acabar con el virus, la alergia, en ocasiones, debe ser tratada con medicamentos especiales.
El resfriado es una afección leve, que se pasa en unos días, cuando el cuerpo se deshace de la infección. Para los casos más molestos se puede recomendar un mucolítico (aunque hay discusiones sobre su efectividad), un analgésico, un antiinflamatorio o antipirético (si hay fiebre). Eso, unido a la hidratación y el descanso es suficiente para tratarlo, pues no existen antibióticos (no es una infección bacteriana) ni antivirales para combatir el resfriado.
La gripe, por el contrario, puede requerir de asistencia médica en algunos casos. Puesto que los síntomas son más intensos, en casi todos los casos hace falta guardar cama un par de días, pasando la fiebre. Si esta se descontrola es importante recurrir a los antipiréticos. Un analgésico también puede ir bien, además de la susodicha hidratación. No existe, tampoco, un remedio directo contra el virus.
La alergia primaveral puede tratarse con antihistamínicos especiales, o descongestionantes que mitiguen los efectos del polen. Los antihistamínicos actúan bloqueando la histamina en la reacción alérgica. Esto impide que el sistema inmune continúe su proceso natural de inflamación e irritación.
Además del tratamiento, en el caso de la gripe y la alergia existen los tratamientos de prevención, aunque no son del todo efectivos. Su eficacia depende del origen (el tipo de cepa en el caso del virus, por ejemplo) y de la reacción del paciente. Ambos tratamientos preventivos se presentan en forma de vacunas.
Mientras que la vacuna contra la gripe contiene al virus inactivado, de manera que el cuerpo reconoce la amenaza vírica, creando anticuerpos especiales, la vacuna de la alergia hace algo similar con las proteínas del polen. A estas últimas se les denomina hiposensibilizantes y, al contrario que las de la gripe, lo que hacen es reducir la respuesta inmunitaria del cuerpo.
Al fin y al cabo, al contrario que con el resfriado o la gripe, la alergia es una respuesta desmesurada ante un agente que se estima como peligroso, sin que lo sea. Con estas vacunas, grosso modo, lo que se hace es acostumbrar al cuerpo a la presencia de este agente para que no reaccione de manera exacerbada.
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