Caminar rápido o caminar lento, esa es la cuestión. Salir a caminar tiene numerosas ventajas tanto si lo haces despacio como si lo hacer rápido: mejora nuestra función cerebral, ayuda a controlar la presión sanguínea, activa nuestra circulación y mejora nuestro estado físico.
Independientemente de la velocidad a la que caminemos, estos beneficios comenzarán a notarse en nuestro cuerpo independientemente de la velocidad a la que caminemos. Sin embargo, caminar rápido parecer tener alguna ventaja más que hacerlo despacio.
Hace unos meses una investigación encontró que salir a caminar rápido podía alargar nuestra esperanza de vida. Ahora, una investigación publicada hace tan solo unos días viene a confirmar estos resultados y encuentran, igualmente, que las personas que caminan rápido tienen una esperanza de vida mayor que aquellas que caminan despacio.
Para realizar la investigación contaron con 475.000 participantes a los que siguieron durante alrededor de 7 años. Los investigadores tuvieron en cuenta la velocidad a la que caminaban, el BMI, la circunferencia abdominal, y el porcentaje de grasa corporal. La edad media de los participantes era de 58 años aproximadamente.
Los resultados encontraron que las personas que caminaban rápido tenían una esperanza de vida de alrededor de 87 años en el caso de las mujeres y alrededor de 86 en el caso de los hombres. Por el contrario, aquellas personas que caminaban más despacio tenían una esperanza de vida de 72 años en el caso de las mujeres y 65 en el caso de los hombres.
Más sorprendente que eso es el hecho de que encontraron que las personas que menor esperanza de vida tenían eran aquellas que caminaban despacio y, además, tenían infrapeso.
En definitiva, estos resultados vienen a reforzar no solo la importancia de salir a caminar, sino también la importancia que tiene para nuestra salud - y esperanzada de vida - la velocidad a la que lo hagamos.
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