Las dietas ricas en proteínas son la última moda entre los famosos y la mayoría de personas que quiere perder unos kilos de la manera más rápida y sencilla. La tendencia a adoptar este tipo de dieta es algo que se repite día a día, y es que adelgazar sin dejar de comer es una opción muy apetecible. Pero este tipo de dietas puede tener más inconvenientes de los que pensamos. Por ello en esta ocasión vamos a detenernos en los riesgos que tienen las dietas ricas en proteínas.
Una dieta rica en proteínas se caracteriza porque los alimentos que se consumen son muy ricos en proteínas, la carne, el pescado, los derivados lácteos… En estas dietas se excluyen aquellos alimentos que contienen altas cantidades de hidratos de carbono, así como los azúcares e incluso las frutas y verduras, por contener este tipo de nutrientes que rompen la constante de una dieta basada en un tipo de nutriente determinado.
Características de este tipo de dieta
Es cierto que este tipo de dieta te hace perder kilos de manera rápida, pero ¿a qué precio? las consecuencias pueden ser devastadoras para nuestro organismo. Por ello es necesario que sepamos a lo que nos estamos arriesgando al ingerir solamente un tipo de alimentos basados en un tipo de nutriente y nada más. Además, este tipo de dietas no tienen unos efectos duraderos, ya que al retomar la dieta habitual los kilos perdidos se ganan con mucha facilidad.
Efectos físicos
Además de no ser un tipo de dieta demasiado efectiva, debemos destacar que al ingerir altas cantidades de proteínas pondrá a trabajar a determinadas partes de nuestro cuerpo en exceso, como es el caso de los riñones y del hígado, que recibirán un sobreesfuerzo poniéndose en peligro.
El cuerpo necesita siempre hidratos de carbono para tener energía. Al no ingerirla a través de los alimentos, lo que conseguiremos será activar un mecanismo por el que el cuerpo destruirá parte de la masa muscular para obtener energía. Esto es parte del peso que se pierde, pero al perder masa muscular lo que conseguimos es ralentizar el metabolismo, ya que nuestro cuerpo consume mucha menos energía en reposo. Este hecho es el que hace que al volver a comer igual aumentemos de peso rápidamente e incluso lo hagamos más rápido que antes de comenzar la dieta.
La glucosa es el combustible de nuestro cuerpo, y se obtiene de los hidratos de carbono. Al no ingerir este tipo de nutrientes lo que conseguiremos será que se produzca lo que se conoce como cetosis, es decir, la obtención de la energía a través de las grasas, que desencadenará en nuestro cuerpo cambios fisiológicos que se traducen en malestar, desgana, nauseas, mareos… Este cambio hace que los fluidos corporales se vuelvan más ácidos, algo que puede producir alteraciones nerviosas y fallos en la capacidad contráctil de las fibras cardiacas.
Esta bajada del PH de los fluidos corporales darán a nuestro cuerpo vía libre para ser más proclive a padecer enfermedades crónicas. Pero no solo esto, sino que el organismo no aprovechará bien los nutrientes que ingerimos, ya que se centrará en la búsqueda de glucosa que no encontrará en los alimentos. Esto nos dará fuertes carencias de nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo.
La falta de fibra en este tipo de dietas hará que nuestro organismo no esté en perfecto estado, ya que el estreñimiento hará acto de presencia, evitando eliminar las sustancias de deshecho del organismo. Junto a esto hay que tener en cuenta que la mayoría de los alimentos ricos en proteínas tienen altas cantidades de grasas, que hará que nuestros niveles de colesterol, ácido úrico y triglicéridos aumente considerablemente, poniendo en riesgo nuestra salud.
Por estos motivos es necesario que tengamos cuidado a la hora de elegir como adelgazar, pues la mejor solución y la más duradera es seguir una dieta equilibrada y practicar deporte de manera habitual, ya que los resultados obtenidos serán duraderos y nos ayudará a mantener un organismo en perfecto estado.
Vía | En Buenas Manos
Imagen | leshoward
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