La figura del entrenador oncológico cada vez es más conocida, como ha mostrado recientemente Ana Rosa Quintana en el tratamiento de su cáncer. ¿Por qué es fundamental el ejercicio físico antes, durante y después del diagnóstico de cáncer? Nadie sabe si cursará cáncer o no en un futuro, el ejercicio físico nos ayudará a minimizar al máximo el riesgo. Si cursamos un cáncer, el ejercicio físico será un gran aliado para superarlo. Si superamos un cáncer, el ejercicio físico será la mejor estrategia para aumentar la calidad de vida y reducir el riesgo de alteraciones futuras.
Cáncer y ejercicio físico: aún falta mucho, pero ya se mezclan
Ana Rosa Quintana volvía a la televisión hace unos días después de superar su cáncer de mama. A su vuelta compartió con los medios cómo ha sido su tratamiento frente al carcinoma de mama que le diagnosticaron hace prácticamente un año.
Alimentación sana y ejercicio físico han sido los pilares que la han ayudado en este proceso, junto al tratamiento médico. Estas dos estrategias son fundamentales para potenciar los efectos del tratamiento, así como para mejorar la calidad de vida mientras dura el proceso y todos los años venideros.
Soraya Casla ha sido la entrenadora oncológica que ha guiado, y sigue guiando a Ana Rosa en el entrenamiento físico. Los beneficios del ejercicio siguen siendo vitales después de muchos años de terminar el tratamiento de un cáncer.
Caminar está muy bien, e ir a entrenar por tu cuenta es un gran paso, pero una entrenadora oncológica cualificada sabrá qué es mejor en cada etapa del proceso, según tu nivel de entrenamiento y el tipo de cáncer. La salud siempre está en juego, pero en el cáncer debemos hilar más fino que nunca.
Un ejemplo es esta investigación recién publicada que muestra que el entrenamiento de fuerza puede mejorar el dolor y la función del hombro en sobrevivientes de cáncer de mama. Un entrenador oncológico deberá conocer el posible dolor y la pérdida de movilidad que se ha generado después una extirpación de tumor mamario.
Entrenador oncológico: ¿por qué el ejercicio físico es una pieza clave en el cáncer?
El ejercicio físico previene la aparición del cáncer, es eficaz durante el tratamiento y también lo es una vez superado el cáncer. Los mecanismos fisiológicos son muy complejos y no se pueden ver a simple vista, pero la composición corporal, el estado anímico y el nivel de energía que aporta el ejercicio físico sí son notorios.
Más vale prevenir que curar: ejercicio físico sin enfermedad
El cáncer, como la mayoría de las enfermedades metabólicas (diabetes, obesidad, etc.) depende en gran parte de nuestra genética, pero también lo hace de nuestro estilo de vida. La genética carga la pistola, pero nosotros apretamos el gatillo.
A veces ese gatillo está más duro y cuesta más, y otras, a pesar de llevar un estilo de vida saludable, aparecen enfermedades metabólicas como cáncer. Frente a eso no podemos hacer nada, más que minimizar el máximo posible el riesgo con una nutrición saludable, ejercicio físico y un entorno libre de tóxicos.
The Lancet, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, publicó recientemente los factores de riesgo modificables que aumentan el riesgo de cursar cáncer, así como la mortalidad por el mismo. A continuación detallamos algunos de ellos. ¿Cuántos de ellos se deben a nuestro estilo de vida y pueden ser modificados para disminuir el riesgo de cáncer?
- Fumar
- Consumo de alcohol
- Alto índice de masa corporal
- Glucosa plasmática elevada en ayunas
- Contaminación por partículas en el ambiente
- Dieta baja en cereales integrales, en leche y en frutas
Prácticamente todas depende de nosotros, y el ejercicio físico influye en varias de ellas ya que ejerce un efecto protector. Un entrenador y nutricionista cualificados serán capaces de ayudarte a mantenerte en forma y a comer de forma saludable.
El ejercicio físico es capaz de modular el microambiente tumoral que desemboca en cáncer, por lo que nos ayuda a reducir el riesgo de dicha enfermedad, así como mejorar el pronóstico una vez que se diagnostica. El sedentarismo y la obesidad producen todo lo contrario: perpetúan un ambiente inflamatorio que puede influir en el desarrollo y la progresión del proceso tumoral.
Llega el diagnóstico: el ejercicio físico mejorará el tratamiento y minimizará los efectos secundarios
Un entrenador oncológico se centra en potenciar el tratamiento farmacológico para que sea más efectivo y la persona pierda la menor calidad de vida posible. Durante el cáncer el ejercicio físico produce unas adaptaciones favorables complejas, que ayudan a eliminar las células malignas.
El ejercicio físico inhibe señales de proliferación de los tumores evitando que haya más propagación del mismo, conocida como metástasis. La práctica deportiva ayuda también en la muerte celular de células malignas, que suelen resistirse a dicha muerte y buscan replicarse.
Cuando hacemos ejercicio físico y contraemos el músculo, este libera mioquinas con efectos anticancerosos, como por ejemplo, aumentar la movilización de las células Natural Killer. Por su nombre, y explicado e forma muy reduccionista, nos ayuda en nuestro proceso de eliminar cualquier rastro de células malignas.
Por todas estas razones, los sujetos diagnosticados de cáncer que realizan ejercicio físico tienen una mayor probabilidad de supervivencia. Estas personas pueden duplicar la tasa de supervivencia si cumplen las recomendaciones generales de actividad física.
Una vez superado el cáncer, el ejercicio físico se utiliza alejarnos de enfermedades futuras y recuperar nuestro buen estado de forma
El ejercicio físico continúa ayudándonos después de superar el cáncer, ya que las personas que pasan por este proceso pueden estar en mayor riesgo de cursar otras enfermedades como osteoporosis, enfermedad cardiaca o diabetes, entre otras.
En primer lugar el ejercicio físico optimiza la recuperación física y la calidad de vida después del largo e intenso tratamiento médico. Durante el cáncer hay muchos momentos de fatiga y debilidad en los que no apetece entrenar, aunque es recomendable hacerlo con la intensidad que se pueda.
Sin embargo, una vez superado los entrenamientos pueden ir aumentando esa intensidad y ser cada vez más demandantes. De esta forma atenuamos los efectos secundarios del tratamiento del cáncer, como son la pérdida de masa muscular y ósea, la acumulación de grasa y posibles alteraciones como el linfedema.
La mejor noticia que uno escucha después de superar un cáncer es que no hay rastro de células malignas, pero viene acompañada con un aviso: hay una probabilidad de recurrencia de la enfermedad. El ejercicio físico es el nos ayuda a reducir esa probabilidad.
En Vitónica | El riesgo de cáncer de colon puede dispararse por el consumo de ultraprocesados, según nuevos estudios
Imágenes | Unsplash